Reina en el mundo de las pesadillas no es un libro nuevo para mí. Lo leí hace años, en alguna de sus primeras versiones, sacada de un cajón secreto, mágico, como no podía ser de otro modo. Desde el principio supe que en aquellas páginas se trataban varios temas de gran importancia, y no sólo para la autora. Había fantasía, sí, y terror, y aventura, y mitología, pero también se abordaban asuntos que justificaban una conversación a solas con la autora. Cuando supe que la obra iba a ser publicada por Ediciones Vernacci, creí oportuno publicar una charla con ella, pero entre pitos y flautas lo fuimos retrasando. Por fortuna, son muchos los puentes que me unen a esta soñadora empedernida; es hermana de mi novia, una gran amiga, y muy aficionada también al cuidado y mantenimiento de su jardín. Y fue precisamente mientras la ayudaba a limpiar el jardín que amuralla su guarida de la sierra, cuando surgió al fin la conversación que estáis a punto de leer.

     Disfrutadla. Espero que os abra las ganas de adentraros en el mundo de sueños y pesadillas que pronto inundará las librerías de la mano de Mar y Ediciones Vernacci.

 

     ¿Cómo nace la historia?

     Reina nació de un sueño, de un poema y de una mañana de verano. Una noche soñé la invasión de las pesadillas. Por la mañana, estaba con mi hermana y con Felipe (un amigo de ambas) en el jardín, entre café, libros y cuadernos. Les conté que acababa de escribir un párrafo basado en el sueño, y  que parecía tener vocación de principio de novela. Ellos insistieron en que la escribiese sí o sí. Justo en esa época me rondaba también por la cabeza un poema que hablaba de monstruos y de una niña, que acabó convirtiéndose en uno de los personajes de la novela. Todo se mezcló y la idea surgió, aunque durante un tiempo permaneció congelada, a la espera.

    

     Yo en esa época aún no te conocía, pero sí había entrado en vuestra vida cuando esta historia hacía su carrera de fondo para ser publicada.

     Mucho tiempo después se me propuso escribir una novelita muy corta, casi un relato largo, para una colección que iba a salir en una editorial “de cuyo nombre no quiero acordarme” y retomé la idea. Por aquella época tú ya estabas en nuestras vidas, así que a partir de ese punto conoces de primera mano la trayectoria de Reina en el mundo de las pesadillas. Escribí la mini novela y todos los que la leyeron: lectores cero y editorial, consideraron que aquella historia merecía ser más larga. Querían saber más de unos personajes que eran, según señalaron, demasiado ricos para quedar reducidos a un simple esbozo. Entonces comenzó la reconversión de relato largo en novela corta. Ahí es cuando añadí la parte histórica, que disfruté especialmente porque, como sabes, estudié Arqueología; fue un pretexto perfecto para sumergirme en unas aguas a las que siempre deseo volver. Me documenté en profundidad, como si estuviese haciendo una tesina, para que la recreación histórico-arqueológica, a pesar de las grandes dosis de fantasía que incluye la obra, no dejase de ser lo más fiel posible. Después, tuvieron lugar una serie de cambios y decidí que el proyecto debía mudar de  editorial. Rafael Lindem me propuso sacarla en la suya ―Ediciones Vernacci―, que en aquel momento estaba naciendo. Pensé que nadie la iba a cuidar mejor, y eso me pareció más importante que buscar una editorial ya más establecida. Me dio la posibilidad de ilustrarla, y de elegir a un artista que me gustase. No dudé en elegir a Jorge del Oro, porque es una novela en la que las mujeres juegan un papel importantísimo y él sabe dibujarlas maravillosas. Aceptó y nos pusimos a trabajar de inmediato.

    

     Hablas de la inclusión de partes históricas en tu historia para convertirla en novela. Tu eres prehistoriadora, ¿por qué decidiste incluir este recurso narrativo?, además de para alargar la novela y convertirte en la Ken Follet de Alcorcón.

     ¿La Ken Follet de Alcorcón? (Risas). No se me había pasado por la cabeza, pero mira, no estaría mal tener una mínima parte de los millones de lectores que tiene él. Como historiadora, una de las épocas que más fascinación despierta en mí ―más allá de las piedras y los huesos, que son mi pasión― es la historia antigua de Creta, y en general la muy incipiente historia de lo que con el tiempo se llamaría Grecia. Alargar la historia me daba la oportunidad de unir mis dos pasiones: escribir y la Historia. Dejé que las palabras fluyeran y, sin planearlo, surgieron Creta y sus sombras dentro del caos en el que escribo. En realidad, yo sólo ordeno ligeramente las historias que van surgiendo en la “jungla salvaje” que es mi cerebro (esta definición, sacada de un capítulo de Las Chicas Gilmore, me define a la perfección, como ya sabes) a partir de lo que almaceno en ella. Por eso, era inevitable que en esta historia acabasen saliendo, entre otras, mi obsesión por los laberintos y por el Minotauro.

    

     Por privilegios familiares he tenido el placer de leer la novela en diferentes estadios, desde el más incipiente hasta el que en nada llegará a manos de los lectores. Hay varias cosas que no han cambiado en todo este tiempo y, como no te puedes escapar, quiero que me hables de ellas. Empecemos: tus personajes no tienen nombre, son apodos o arquetipos. ¿Tan difícil es para ti llamar a alguien Pepe o María?

     Soy muy impulsiva escribiendo, no uso estructuras ni guiones, dejo que los personajes me digan cómo se llaman según van materializándose. En el caso concreto de Reina en el mundo de las pesadillas olvidé totalmente la posibilidad de nombrarlos mientras era atrapada por su historia. No me daban sus nombres, aunque sí sus apodos, perfectamente sugeridos por su naturaleza y la función más o menos arquetípica que desempeñan en la novela. Pensé que si ellos no me habían dado nombre alguno, ¿quién era yo para inventarme uno?

    

     Eso me lleva a otro tipo de referencias. En la novela se nota un gran bagaje literario, y muchas veces hemos hablado de las influencias (ya no solo a nivel literario, sino en la vida real) de novelas que juegan con mundos paralelos, entremezclados entre si y con protagonistas (como los tuyos) que salta entre ambos. ¿Cuáles son las que más te han influenciado a la hora de escribir Reina en el mundo de las pesadillas?

     Hay influencias literarias, culturales, históricas… Todo es un batiburrillo en mi cabeza, ya sabes que yo no vivo del todo aquí, que muy a menudo me pierdo en mis otros mundos, y también que leo sin parar diferentes géneros literarios. Todo lo que hable de otros mundos me toca de cerca. Me crié con las historias de Lewis Carroll, que devoré hasta la saciedad, sobre todo Alicia a través del espejo, porque me hacían sentir bien al mostrarme que otra gente veía las cosas de forma parecida a la mía, me daban la esperanza de escapar de un mundo que muchas veces se me hacía demasiado aburrido, demasiado prosaico. Libros como los de Alicia, las aventuras e inventos que me planteaban Julio Verne y autores similares y otras lecturas como los pulp de ciencia ficción y terror que leía casi a escondidas, además de otras historias de fantasía, se unían en mi cabeza y me daban ese punto de fuga que yo tanto necesitaba. Supongo que al escribir, todas las obsesiones que te acompañan durante la vida, inevitablemente, acaban asomando entre las líneas.

    

     También es muy importante, y no voy a hablar mucho sobre ello, el mundo de los sueños y las pesadillas. Hay gente que no le da mucha importancia a lo que sueña, pero yo, que suelo desayunar a tu lado, sé que le das una importancia capital a su dimensión. De hecho, la novela gira alrededor de ellos. ¿Por qué?

     Porque para mí es tan real como la realidad, sólo que tiene otro tipo de lenguaje y coordenadas. No todos los sueños son sólo sueños (y guiña un ojo)

    

     Ajá…no sigamos por ahí y dejemos el misterio que el señor editor nos ha pedido (el que quiera resolverlo, podrá hacerlo comprando y leyendo la novela). También metes mucha referencia a la cultura popular, o digamos… friki. Yo, que te conozco bastante bien, sé que vives muy inmersa en ella, aunque muchas veces se te va la pinza y la mezclas a lo loco, con desastrosos resultados para tu reputación. ¿Su uso en la novela, es un reflejo de tu día a día o es otra forma de inmersión para el lector?

     Así que desastrosos resultados para mi reputación… ¿Ese es tu concepto de “amistad”? (risas). Somos un conjunto de nuestras lecturas, de nuestras vivencias, de lo que entra por nuestros sentidos, de lo que nos llega dentro. Y yo no puedo separarme de ello al escribir. Esta novela es parte de mí, surge de mi corazón, y por lo tanto necesitaba que esas referencias que me ayudan a definirme y que fueron encajando como las piezas de un puzle en la historia estuviesen ahí, sin necesidad de disfraces, tal cual son.

    

     Una tema de gran importancia en la novela es la muerte. De hecho, la representas físicamente, y tiene un papel destacado en el desarrollo de algunos de los personajes.

     Creo que la muerte es algo indisoluble de la vida (como el café). Está ahí, queramos o no, y no debemos verla como algo terrible sino como otro estado del mismo universo que habitamos. No me gusta que sea tratada como un castigo; yo la veo como otra parte más de la vida, aunque parezca una incongruencia. Quizás no nos guste, pero no es un castigo, es parte del viaje. Cuando pierdes a seres muy queridos puedes enfadarte, sentir rabia, pero al mismo tiempo te reconcilias con ella de alguna forma, comprendes que es la puerta que conduce al lugar donde están ellos, el lugar al que iremos todos. Creo que la gente no se va del todo, a veces la sientes ahí, oculta en otro universo paralelo (no en el sentido religioso que todos conocemos), pero, hasta cierto punto, todavía tangible. Incluso creo que pueden visitarnos, y ayudarnos en momentos de crisis para hacernos comprender que no se han ido del todo.

    

     La novela también habla del amor. En este caso el amor entre desconocidos, que surge como una tormenta y une a dos personas predestinadas a ser amantes y a ser parte de un todo más amplio que poco a poco vamos viendo en la novela. ¿De dónde procede esta visión?

     Me gustan mucho las teorías que hablan de las almas gemelas, especialmente la leyenda japonesa que habla de personas unidas por un hilo rojo invisible y que están predestinadas a encontrarse, aunque estén separadas por océanos y continentes. No creo que necesariamente tengamos una sola alma gemela, quizás sean muchas, pero sí creo que cuando dos almas gemelas se encuentran se genera una magia enorme, ya que el amor es una de las fuerzas más potentes del universo.

    

     Las mujeres tienen un papel muy importante en tu novela, desde Muerte y Vida (a las que das atributos femeninos) a la protagonista, y sobre todo puede comprobarse en la parte histórica ¿Es algo buscado o surgió así?

     Surgió así, no planeo nada. No me puedo escapar de mis referencias culturales, como aquellas que hablan de diosas y mujeres poderosas desde la prehistoria. Para mí, la diosa de la vida no puede ser otra cosa que un ente femenino, ya que las mujeres somos las que traemos la vida y así se relacionó en la antigüedad. Es normal asociar el poder de dar vida de la mujer con el poder de la naturaleza, creadora de todo lo que nos rodea.
Y en el caso de la muerte, quizás ahí tenga una influencia mexicana, ya que es de los pocos pueblos que la representan puramente femenina. Me gusta mucho el concepto mexicano de la Muerte, sí.
En cuanto al resto de los personajes, soy una mujer y creo que por eso tiendo a escribir mujeres, sobre todo fuertes. También soy un poco antigua en mi manera de ver la vida (entiéndanse en el sentido de mi amor por la historia) y en el mundo antiguo era común la veneración a deidades femeninas, la presencia de sacerdotisas e imágenes de mujeres, algo que se perdió en la Edad Media; es más, su valor fue invertido, convirtiendo a esas mujeres fuertes en la representación del mal. Esta novela es un homenaje, surgido de manera natural e inconsciente, a esas figuras femeninas. Hay que reivindicar a las mujeres poderosas que han sido ninguneadas, temidas y perseguidas, como las brujas, a las que se daba caza simplemente por ser conscientes de su poder, su identidad y su pasado. No tenía planeado hacer una novela de mujeres fuertes, pero creo que ha surgido así por ser mujer y ser consciente de nuestra capacidad.

 

     Y tras estas preguntas, volvemos a lo nuestro. El jardín espera. Y no hay que hacerle esperar.