Vergessen Grab es Jezabel.

Para una editorial su primer libro es siempre algo más que un libro. En este proyecto primerizo se dan lugar todos los tropiezos que puedan darse y más (muchos más). También, la divina sensación de estar concretando algo que ha sido planteado y replanteado docenas de veces antes sobre una mesa y que, a falta de no tener aún un cuerpo tangible, continúa pavoneándose ante nosotros como una suerte de animal mitológico. En nuestro caso éramos conscientes de que tanto la percha como la etología del espécimen que teníamos entre manos iban a definir la puesta en escena de nuestra editorial, y esto, precisamente esto, era posiblemente lo que más claro teníamos.

     Zombi, de Juan Díaz Olmedo, llevaba más tiempo que Vernacci en las librerías y su camino no había sido tampoco un dechado de suerte. Las advertencias no se hicieron esperar: un título que contaba ya con una edición reciente, eso que algunos llaman un cartucho quemado; un título cuya edición digital, en manos de otro sello editorial, conviviría con nuestro trabajo; un título que había pasado de puntillas ante el público sin armar demasiado alboroto, a pesar de las buenas impresiones que había cosechado. ¿Por qué nuestro primer libro iba a ser éste? ¿Por qué no tomar un camino menos contaminado?

     Son varios los motivos que explican este movimiento. El primero, y más justo, se basa en la indiscutible calidad literaria de la novela. Zombi es uno de esos clásicos no reconocidos que deambulan cargados de bombas por el mundo, listos para explotar en cualquier momento, puede que en un futuro más allá de nuestras posibilidades, puede que mañana mismo. La prosa de Olmedo es el guante perfecto para esta garra agresiva y desesperanzada. Su habilidad para mostrar escenarios sórdidos y cargados de dramatismo rivaliza con la construcción de unos personajes que, pese a formar parte del desafortunado inmueble, encierran unas ganas de vivir poco habituales en otras criaturas literarias. Sí, aquella novela debía ser nuestra, sobre todo tras saber que otros dos títulos (esta vez totalmente inéditos) completaban una trilogía que he tenido el placer de conocer y que, doy fe, querréis leer. Después había otros motivos, como el juego estético que nos ofrecía la historia, un verdadero caramelo para nuestra imaginación visual; o su propia condición de libro maldito, tan propia de Vernacci y la corte de malditos que la conforman.

     Se sumaron a esta nueva puesta en escena de Zombi, el novelista y cineasta Juanra Fernández, autor del prólogo; la artista y modelo Vergessen Grab, que personificó en la portada a la protagonista de la novela, Jezabel; Nieves Guijarro Briones (directora además de la línea Puño sucio, a la que pertenece el título) y Neki Valholl, que ayudaron en la realización del booktrailer, así como Cristina Jassogne y Mandy Lange que prestaron sus voces para el mismo. Tampoco puedo olvidarme de la gran labor de Artes Gráficas Navagraf SA, sin cuyo talento y buen hacer nuestro bello animal de cantos negros sería bastante menos bello.